Me impresiona el espiritu colectivo. Todo es de todos. Lo que no significa que no sea de nadie.
Creo que Berlin tiene un don: la singular convivencia entre ese mitico ser aleman, rigido, seguro y correcto, la alocada rebeldia de los que se enfrentan a la uniformidad y tiñen las calles y las puertas y las paredes con sus nombres y sus colores, y el esplendor decimonomico, o incluso imperial que pervive en la aquitectura de las casas de Kreuzberg.
Y hay algo que vive en los patios de este barrio, de esta ciudad: aun cuando nunca fue ESTE, en Kreuzberg se respira, se palpa y se vive ese concepto a veces utopico del que todo es de todos y oara todos.